Una vez, un buen amigo me regaló un libro lleno de cuentos por mi cumpleaños. Uno de ellos trataba sobre un elefante de circo que vivía encadenado a una enclenque estaca. Un niño se preguntaba por qué, siendo tan grande y fuerte, nunca intentaba liberarse, y tras años de búsqueda alguien le dio la respuesta: cuando el elefante era aún muy pequeñito le hicieron prisionero y le encadenaron a esa misma estaca, o una muy parecida. Por aquel entonces era demasiado pequeño y débil, y aunque luchó con todas sus fuerzas por liberarse, no lo conseguía. Así que un día dejó de intentarlo. El elefante fue creciendo y creciendo cada vez más hasta que se convirtió en un enorme y poderoso animal que hubiera podido derribar la estaca con sólo una patada, pero tenía ya tan asumido que no podía contra ella, que ni siquiera lo intentó.(El cuento es "El elefante encadenado, de Jorge Bucay").
Después de leerlo me quedé consternada, y aún sufro pensando en todos los elefantes de circo que han aprendido que no se pueden liberar. Claro que algo me dice (soy muy astuta) que el cuento no estaba hecho para que sufriéramos por los elefantes del mundo, sino para hacernos pensar en nosotros mismos. ¿A qué estaca enclenque estamos encadenados cada uno de nosotros?
Los psicólogos llevan años estudiando este tipo de comportamiento, y hasta le han puesto el nombre pomposo de indefensión aprendida. Lo definen como el estado en el que se encuentra una persona o animal cuando ha aprendido a ser pasivo frente a sus circunstancias, y no trata de cambiar una situación dolorosa o nociva, aunque existan posibilidades reales de conseguirlo.
¿Por qué se nos pasa esto? ¿Qué posible explicación biológica puede tener? ¿Es un fallo de nuestra naturaleza "no tan sabia", o un mecanismo que realmente sirvió para algo en algún momento, como por ejemplo...la inoportuna pasión que sentimos por todo aquello que engorda? No lo sé. Lo que sí es cierto es que está en todas partes: en casa, en el colegio,en el trabajo, en la sociedad, en la política, en la selva. En todas partes somos susceptibles de convertirnos en víctimas perpetuas. Por tanto, en todas partes hay susceptibles de convertirse en nuestros verdugos y utilizar la indefensión aprendida como arma para someternos. Ejemplos hay muchos (empezando por los dueños de elefantes de circo).
Ultimamente, muchos han sido los que han tratado de alarmarnos para que reaccionáramos frente a la realidad política que nos acecha. Alegan que estamos en un estado tal de indefensión aprendida, que ya aceptamos pasivamente todo lo que quieran hacer con nosotros. Estamos, o hemos estado, en las condiciones perfectas para agachar la cabeza y aceptar recortes, leyes, medidas, todo. Pero no sólo eso, sino también nos han convencido de que la culpa es nuestra, por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Claro que mucha gente ha salido a la calle a protestar, pero al final, ¿cuáles son los resultados en las urnas? Si tan hartos estamos, ¿por qué seguimos votando siempre a los mismos? ¿No habremos aprendido la indefensión?
Muchas mujeres maltratadas son también víctimas de este efecto frente a sus maltratadores. Es verdad que no es comparable al caso del elefante y su estaca, en el que liberarse es tan simple como hacer un poco de esfuerzo y huir, porque por desgracia son muchas las mujeres que ya han muerto intentándolo. ¿Pero no existe también peligro real en seguir viviendo con el asesino? ¿Por qué no reaccionar? Porque con cada golpe, cada humillación, el maltratador se va haciendo más fuerte y ella más pequeñita, hasta el punto de que muchas veces la mujer llega a sentir que merece este trato.
También ocurre en campos de concentración, centros de tortura, en secuestros...Pero no hace falta irse tan lejos. Si en el instituto todo el mundo se reía de ti porque hablabas fatal inglés, tú ya te puedes sacar el Proficiency, que seguirá dándote una vergüenza horrorosa abrir la boca para decir un humilde: Hello. Si en el cole eras la gordita, ya puedes convertirte en Claudia Schiffer al pasar la pubertad, que toda tu vida acarrearás el complejo sobre los hombros. ¿Y eso de ir a Zumba, sentirte insegura el primer minuto, y cada vez irlo haciendo exponencialmente peor? Seguro que sola en casa seguirías mucho mejor el ritmo.
En el siguiente video se ve un experimento realmente interesante, en el que provocaron indefensión aprendida a unos adolescentes en sólo 5 minutos. Merece la pena verlo. Me da escalofríos pensar hasta qué punto somos vulnerables, hasta qué punto es fácil someter a las masas.
Por cierto, y por si a alguien más le ha dejado consternado la historia del elefante: El circo no es divertido para todo el mundo. No apoyemos más la tortura de animales. ¡¡Di no a los animales de circo!!
Después de leerlo me quedé consternada, y aún sufro pensando en todos los elefantes de circo que han aprendido que no se pueden liberar. Claro que algo me dice (soy muy astuta) que el cuento no estaba hecho para que sufriéramos por los elefantes del mundo, sino para hacernos pensar en nosotros mismos. ¿A qué estaca enclenque estamos encadenados cada uno de nosotros?
Los psicólogos llevan años estudiando este tipo de comportamiento, y hasta le han puesto el nombre pomposo de indefensión aprendida. Lo definen como el estado en el que se encuentra una persona o animal cuando ha aprendido a ser pasivo frente a sus circunstancias, y no trata de cambiar una situación dolorosa o nociva, aunque existan posibilidades reales de conseguirlo.
¿Por qué se nos pasa esto? ¿Qué posible explicación biológica puede tener? ¿Es un fallo de nuestra naturaleza "no tan sabia", o un mecanismo que realmente sirvió para algo en algún momento, como por ejemplo...la inoportuna pasión que sentimos por todo aquello que engorda? No lo sé. Lo que sí es cierto es que está en todas partes: en casa, en el colegio,en el trabajo, en la sociedad, en la política, en la selva. En todas partes somos susceptibles de convertirnos en víctimas perpetuas. Por tanto, en todas partes hay susceptibles de convertirse en nuestros verdugos y utilizar la indefensión aprendida como arma para someternos. Ejemplos hay muchos (empezando por los dueños de elefantes de circo).
Ultimamente, muchos han sido los que han tratado de alarmarnos para que reaccionáramos frente a la realidad política que nos acecha. Alegan que estamos en un estado tal de indefensión aprendida, que ya aceptamos pasivamente todo lo que quieran hacer con nosotros. Estamos, o hemos estado, en las condiciones perfectas para agachar la cabeza y aceptar recortes, leyes, medidas, todo. Pero no sólo eso, sino también nos han convencido de que la culpa es nuestra, por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Claro que mucha gente ha salido a la calle a protestar, pero al final, ¿cuáles son los resultados en las urnas? Si tan hartos estamos, ¿por qué seguimos votando siempre a los mismos? ¿No habremos aprendido la indefensión?
Muchas mujeres maltratadas son también víctimas de este efecto frente a sus maltratadores. Es verdad que no es comparable al caso del elefante y su estaca, en el que liberarse es tan simple como hacer un poco de esfuerzo y huir, porque por desgracia son muchas las mujeres que ya han muerto intentándolo. ¿Pero no existe también peligro real en seguir viviendo con el asesino? ¿Por qué no reaccionar? Porque con cada golpe, cada humillación, el maltratador se va haciendo más fuerte y ella más pequeñita, hasta el punto de que muchas veces la mujer llega a sentir que merece este trato.
También ocurre en campos de concentración, centros de tortura, en secuestros...Pero no hace falta irse tan lejos. Si en el instituto todo el mundo se reía de ti porque hablabas fatal inglés, tú ya te puedes sacar el Proficiency, que seguirá dándote una vergüenza horrorosa abrir la boca para decir un humilde: Hello. Si en el cole eras la gordita, ya puedes convertirte en Claudia Schiffer al pasar la pubertad, que toda tu vida acarrearás el complejo sobre los hombros. ¿Y eso de ir a Zumba, sentirte insegura el primer minuto, y cada vez irlo haciendo exponencialmente peor? Seguro que sola en casa seguirías mucho mejor el ritmo.
En el siguiente video se ve un experimento realmente interesante, en el que provocaron indefensión aprendida a unos adolescentes en sólo 5 minutos. Merece la pena verlo. Me da escalofríos pensar hasta qué punto somos vulnerables, hasta qué punto es fácil someter a las masas.
Me voy, me estoy agobiando, tengo que irme a pensar contra qué rebelarme.
Por cierto, y por si a alguien más le ha dejado consternado la historia del elefante: El circo no es divertido para todo el mundo. No apoyemos más la tortura de animales. ¡¡Di no a los animales de circo!!
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