
Hay veces que por cotidianas, a las cosas deja de dárseles la importancia que merecen. Es lo que pasa, por ejemplo, con el ADN. Hay días en los que, por lo menos yo, no pienso ni una sola vez en él. En lo más profundo de cada una de las células de nuestro cuerpo se encuentra la información más valiosa del mundo ¡y nosotros ni lo pensamos! Andamos por ahí haciendo y deshaciendo, sin ser conscientes de que acarreamos continuamente 113.000 millones...