
Hace muchos muchos años, en un país muy muy lejano, nació un hombre testarudo llamado Qin Shi Huang. Era tan cabezota que se empeñó en unificar un montón de tierras. Lo consiguió, y les dio el nombre de primer imperio chino. También se empeñó en protegerlas, y comenzó la construcción de la Gran Muralla. Entonces, y quizás entusiasmado con los éxitos de sus empresas, decidió apuntar a lo más alto que se puede apuntar: Envió a un alquimista junto con...