viernes, 28 de marzo de 2014

¡El axolote está en peligro!


Antes de que en el altiplano mejicano existiera el Distrito Federal. Antes de que sus habitantes hablaran castellano. Antes, mucho antes incluso de que el pueblo de los méxicas (o aztecas, como les conocemos ahora) construyera sus pirámides y honrara a sus dioses con sacrificios humanos, el axolote ya estaba allí. Mirando el pasar del tiempo con su sonrisa enigmática desde las cenagosas aguas de los lagos y canales de la región de Xochimilco, nadando sinuosamente, quizás burlándose un poco de lo efímero de las civilizaciones, del sinsentido de las guerras entre pueblos por imponer su supremacía. Lo que quizás no supiera aún es que sería el propio ser humano, la especie más mortífera, la que se convertiría en su peor enemigo. 


Dios Xolotl/ Imagen tomada de devianart Xolotl por Tillinghast
Cuenta la leyenda que los dioses méxicas  hubieron de sacrificar su propia vida para garantizar que cada día el sol volviera a aparecer tras el horizonte. Sin embargo uno de ellos, Xolotl, aterrorizado por la muerte, se negó, y trató de huir transformándose en diversos seres. Como era de esperar no lo consiguió, y la muerte le pilló cuando se encontraba en el cuerpo de una salamandra mejicana, o axolote. ¡Pobre animal! ¡Mal fario le dieron con esta historia!

El axolote es endémico de esta región de México, lo que quiere decir que este es su único hábitat natural. Peligroso y arriesgado jugar todo a una sola carta, sobre todo cuando andan cerca los voraces homo sapiens... 

Parque ecológico de Xochimilco / fuente

Los datos son espeluznantes: según el primer censo poblacional realizado para esta especie, en 1998 había 6000 axolotes por kilómetro cuadrado. En 2003, esta cifra se había reducido a 1000 en el mismo área. En 2008, a 100. Actualmente, en la primera fase de un censo que está realizando la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), no se ha encontrado ni uno solo. Esto no quiere decir que no haya ejemplares, o que no los vayan a encontrar en otras fases del censo, pero lo que está claro es que la situación es realmente crítica, y que esta misteriosa salamandra que ha cautivado desde científicos hasta poetas está al borde de la extinción. 

¿Las razones? Varias. Empezaron por comérselo los primeros pobladores, cuando los axolotes eran muchos y los indígenas pasaban hambre, y encontraron su carne tan sabrosa que hoy en día es ingrediente de muchas exquisiteces nacionales. Además, su capacidad para regenerar partes de su cuerpo ha provocado que se utilice en diversos remedios de la medicina tradicional (me pregunto si será tan eficaz como la baba de caracol o el bálsamo de tigre...). El uso de las aguas de Xochimilco para abastecer a la ciudad de México también ha hecho su parte, así como la contaminación derivada del urbanismo. Y a todo esto se ha sumado la introducción de especies exóticas, como la tilapia o la carpa, que compiten con el axolote por el alimento. El resultado: Que un animal tan icónico para México como quizás lo sea el panda para China, está a punto de desaparecer fuera de los acuarios y refugios artificiales. 


fuente


Afortunadamente aún queda un atisbo de esperanza. Los mexicanos sienten una conexión especial con esta criatura y hay muchos que no van a resignarse a su muerte. Por ejemplo, el equipo de Luis Zambrano, investigador de la UNAM y secretario ejecutivo de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel está llevando a cabo un plan para concienciar a los agricultores de la zona sobre el uso de pesticidas o fertilizantes, además de implantar otras medidas que hagan posible la repoblación de axolotes. Además, existen una serie de centros de reproducción del axolote, como La Casita del Axolotl, que aunque, para su frustración y desespero sin apoyo de las autoridades, trabajan día a día por la supervivencia de la especie. 

No es fácil la misión. ¿Será verdad que en el alma del axolote reside aún el dios azteca, y que la  muerte le acecha para cerrar un pacto no cumplido? ¿Logrará la salamandra mexicana escapar a su destino funesto, y perdurar? 

Crucemos los dedos. En general respeto y temo las profecías hechas por civilizaciones antiguas, pero después de haber sobrevivido al fin del mundo en 2012 ¡siento que todo es posible!