miércoles, 21 de mayo de 2014

Más rebujito que sangre

Artículo publicado como colaboración en la revista digital takeSevilla

El pasado domingo 11 de Mayo, en los Remedios, Sevilla, España, las 24000 bombillas que tejían la portada de la Feria de Abril se apagaron al unísono. Atrás quedaban entonces 7 días de fiesta, alegría, volantes, sombreros, flores en el pelo, risas, sevillanas y mucho, mucho más. Ahora todos a casa. Con los zapatos rebozaditos de albero y en las venas, más rebujito que sangre.

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Bueno venga, dejémonos de exagerar, más rebujito que sangre, no. Vamos a ver: Se estima que se vendieron 1.5 millones de medias botellas de manzanilla, cada una de 0.375 litros. Eso hace 562.500 litros. La proporción en el rebujito es 1/3 manzanilla, o sea que eso hace 1.687.500 litros de rebujito. Suponiendo que asistiera 1 millón de personas, cada una toca a 1.7 litros de rebujito. Cada persona adulta de media tiene 5 litros de sangre, así que el rebujito supone un 34 % de esa sangre.

Vale, que a lo mejor no he tenido en cuenta el metabolismo del alcohol, ni el que no todas las personas hayan bebido lo mismo, ni que la gente se hay repartido el rebujito en varios días. Vale. Pero esto es un artículo de ciencia y lo arriba expuesto son estimaciones, por muy chapuceras que sean. Así que podemos decir tranquilamente que según estimaciones científicas, el 34 % de la sangre de los asistentes a la Feria de Abril está compuesta de rebujito. Ojú.

Estas cifras escalofriantes me hacen pensar que en la Feria de Abril el protagonista no es Abril, ni las mujeres guapísimas embutidas en sus trajes, ni los farolillos ni ocho cuartos. Nada de nada. El protagonista es el alcohol, con sabor a rebujito. Etanol que se introduce por bocas sonrientes con la excusa de refrescar, para apoderarse sin piedad de cuerpos y mentes, que drogados, ríen, cantan, taconean y piden más. ¡Más!

El rebujito vuelve a la gente loca, dicen. Y no se equivocan. Porque en sentido literal locura es el trastorno de las facultades mentales. Y el alcohol transtorna las facultades mentales, y mucho, además de muchas otras cosas. Vale, vale, no panic. Tranquilo. No voy  a ponerme ahora, cuando ya no tiene solución, a hablar de todos los efectos perjudiciales que tiene el que te atiborraras de rebujito. Ni mucho menos. Pero efectos tuvo...Eso está claro.

¿Y todo por qué? Porque el alcohol es una molécula con contactos. Claro que sí. Contactos muy pero que muy importantes. Y eso es lo que hace que el alcohol sea tan influyente. Ya me lo decía mi madre: Hija ¡en este mundo todo son los contactos! Qué razón tenía.

El principal aliado del alcohol etílico es GABA. Puede que no lo conozcas, pero es un auténtico magnate en el cerebro. Todo lo controla. Es un neurotransmisor, cuya función, como su propio nombre indica, es transmitir información entre las neuronas. Algunos neurotransmisores son excitatorios. Se acercan a las neuronas y les dicen que deben activarse, disparar. Pero otros son inhibitorios. Se acercan a las neuronas y las instan a la pasividad, a ignorar lo que le digan los excitatorios, al simple e indolente no hacer nada. GABA es uno de estos. Le encanta fomentar el vaguerío celular.

Pero GABA también tiene su némesis: el Glutamato. Esta molécula es otro neurotransmisor presente en todo el cerebro, pero éste es excitatorio,  y cuando se acerca a las neuronas lo hace para espabilarlas y que se pongan a trabajar.

Y el caso es que cuando alcohol y GABA se juntan, se embravuconan y ya es que la cosa se les va de las manos. Se dedican a sabotear el cerebro. El alcohol no sólo fomenta la actividad de GABA, es decir, el vaguerío neuronal, sino que además boicotea a Glutamato en su desesperado intento de azuzar a las neuronas. Hoy aquí no se trabaja. Las neuronas están cohibidas, y el cerebro, ralentizado.

Por eso las áreas perceptivas perciben peor, las áreas de coordinación coordinan peor, y el área de creación de memorias crea peor las memorias.

Y por eso, las áreas de autocontrol del comportamiento, autocontrolan peor. Las que te dicen: "No, para. Piensa dos veces". Las que calculan consecuencias y abortan misiones suicidas. Pero el día que hay alcohol de por medio, GABA no tiene piedad. Las inhibe y silencia, porque esto es una fiessshta y, total...¡ya pensarás en las consecuencias mañana! Venga, ¡no te cortes! coge el teléfono y llama a esa persona, di lo que se te venga a la cabeza, habla con cualquier desconocido y suéltale lo que quieras. ¡Sal a bailar! ¿Por qué no pides otra jarra de rebujito? ¡Vamos! Y así las horas pasan, la fiesta sigue, las sevillanas suenan una tras otra y poco a poco, la noche se va transformando en día.

Pero en tu pobre cuerpo no todo es jolgorio. Más abajo de tu cerebro despendolado el corazón late y late sin descanso, sensato él, tratando de liberar tus salerosas venas del intruso enloquecedor. El hígado recoge sin cesar moléculas de etanol para transfomarlas, con la ayuda de enzimas hacendosas, en otras que darán lugar a otras, y que en última instancia, cada una como pueda, pasarán a integrarse en el organismo, y acabarán perdidas en el océano bioquímico del cuerpo humano.

Teniendo en cuenta que el hígado es capaz de metabolizar aproximadamente 10 ml de alcohol puro por hora, y haciendo unas cuantas operaciones aburridas, resulta que aproximadamente en 10 horas tienes el cuerpo limpio de tóxico etílico, y lo único que queda es una sed horrorosa, dolor de cabeza, fatiga extrema, nauseas, y según tu nivel de desvergonzonería, un bochorno punzante o una sonrisa burlona por todo lo que pasó ayer.

Me escuecen los dedos porque hay muchas cosas que no he tecleado y que están ocurriendo. Sucesos turbadores que el alcohol provoca en tu inocente cuerpo serrano. Pero he prometido que no hablaría de los efectos perjudiciales que te provocó el rebujito. Y lo prometido es deuda. Así que corramos un estúpido velo, y finjamos que todo fueron risas y desinhibición.

A ver, saca el calendario. ¿Cuánto queda para la próxima feria?

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