lunes, 9 de junio de 2014

Henrietta Lacks, la mujer que escapó al ciclo sin fin

Hace muchos muchos años, en un país muy muy lejano, nació un hombre testarudo llamado Qin Shi Huang. Era tan cabezota que se empeñó en unificar un montón de tierras. Lo consiguió, y les dio el nombre de primer imperio chino. También se empeñó en protegerlas, y comenzó la construcción de la Gran Muralla. Entonces, y quizás entusiasmado con los éxitos de sus empresas, decidió apuntar a lo más alto que se puede apuntar: Envió a un alquimista junto con 1000 hombres y mujeres de viaje, con la orden de no volver hasta no haber descubierto el elixir de la inmortalidad.


la expedición de chinos inmortales / fuente

Ninguno volvió jamás.

Seguramente murieran antes de conseguirlo, pero, ¿Y si no? ¿Y si descubrieron el secreto de la vida eterna, y, egoístas, no quisieron compartirlo?. De ser así, entonces aquel puñado de chinos debe de andar aún entre nosotros, riéndose condescendientes de nuestras cremas antiarrugas y otros consuelos de baja estofa.

Sin embargo desde hace 63 años (nada más que un suspiro para ellos) ya no se ríen tanto. Porque hay otra mujer en el mundo que ha logrado imitar su hazaña, y que ha pasado a los anales de la historia como la primera persona inmortal conocida (ya que ellos decidieron permanecer en la clandestinidad).

Una mujer muy distinta a ellos, de ojos nada rasgados y la piel de ébano: Henrietta Lacks. Ella es simple, y verdaderamente, inmortal. No inmortal en plan Elvis, o Isaac Newton. No es su recuerdo, ni una obra suya lo que permanece aún entre nosotros. Es ella misma. Son sus células, más vivas que nunca.

Elvis, disfrutando de su inmortalidad

¿Alguna vez has leído una frase del tipo: 

"HeLa and SiHa cells were grown in Dulbecco's modified Eagle's medium" (fuente)

"Extracellular Ca2+ was essential for necrosis and consequent poly(ADP-ribose) (PAR) formation in HeLa S3 cells" (fuente)

"HeLa, HEK293, and MCF-7 cell lines were used for in vitro transfection" (fuente)

?

La pregunta es absurda porque la respuesta tiene que ser forzosamente sí. Porque aunque antes de hoy nunca lo hubieras hecho, acabas de leer las frases que he pegado arriba. Porque...las has leído, ¿no? ¿O es que has hecho trampa y te las has saltado?...

Sea como sea, el caso es que hay por el mundo millones y millones de frases, o mejor dicho oraciones (tengo un vago recuerdo de mi profesora de lengua regañándome por no usar la palabra oración) escritas y publicadas en miles de revistas científicas en el mundo que contienen el acrónimo "HeLa" para referirse a una determinada línea celular.

¿Y qué significa ésto? Significa que todas las células que a lo largo y ancho del planeta Tierra ostentan honrosamente el nombre de ¨"HeLa", provienen de la multiplicación y multiplicación sin descanso de un mismo y pequeño grupúsculo de células, las primeras células "HeLa" de toda la historia de la humanidad.

Esta familia tan prolífica es muy socorrida, y se ha utilizado y utiliza para muchísimas investigaciones biomédicas en muy distintos campos, porque crece y se multiplica fácilmente in vitro, es decir, en un ambiente artificial y ajeno al ser vivo que en un inicio le sirvió de hogar.¿Te haces una idea de quién fue este ser vivo que en un inicio le sirvió de hogar, del que han surgido tantas y tantas células? 

Fácil, ¿no?

¡Sí! ¡¡Es Henrietta Lacks!!

Mal podía imaginar esta humilde mujer de piel negra cuando en 1951 acudió al hospital por un sangrado vaginal, que más de 60 años después una pequeña parte de su cuerpo se habría multiplicado hasta el infinito, habitaría en cientos de miles de laboratorios de todo el mundo y estaría contribuyendo al progreso biomédico de tal manera. Mal podía imaginar, sobre todo porque nadie le pidió permiso para distribuir sus células, antes cobijadas al calor de su útero, a diestro y siniestro.

Henrietta Lacks

Henrietta Lacks, 31 años, padecía un cáncer de cuello de útero tan galopante que, pese a la radioterapia y los esfuerzos de los médicos, acabó rápidamente con su vida. Las células tumorales se multiplicaban y multiplicaban sin descanso, apropiándose a su camino, sin escrúpulos, de la vida inocente de la joven afroamericana. Y fue precisamente esta capacidad de multiplicación la que llamó la atención de su ginecólogo, el Dr. Gey, quien quedó fascinado porque sus ojos estaban contemplando lo que nadie nunca había contemplado antes: Células humanas que sobrevivían y se multiplicaban in vitro. 

Fue entonces, mientras Henrietta Lacks moría en el único hospital de la zona que permitía el acceso a personas de piel negra, cuando sus células comenzaron su carrera triunfal. El Dr. Gey las distribuyó a quien las solicitara por su gran valor para la investigación, y así, de científico en científico, de tubo de ensayo en tubo de ensayo, acabaron apropiándose del mundo biomédico hasta el punto de que hoy en día son la línea celular más usada en investigación.

¿A ti qué te parece ésto? En principio, genial, ¿no? Es por el progreso de la ciencia. Es por el avance de la medicina y el descubrimiento de nuevas curas para viejas enfermedades. Gracias a ellas se descubrió la vacuna contra la poliomielitis, se han mejorado los tratamientos contra el cáncer, se han desarrollado las técnicas de fertilización in vitro. Han viajado incluso al espacio, participando en experimentos sobre el efecto de la ingravidez en las células humanas.


Células HeLa

Pero hay un pequeño detalle que igual deberíamos considerar. Nadie solicitó el consentimiento por parte de Henrietta Lacks. Nadie informó a la joven víctima de que una parte de sí permanecería viva. De que, precisamente sus propias células, las que se rebelaron contra ella y acabaron con su vida, sobrevivirían para siempre.

¿Qué te parecería que las células más usadas mundialmente en investigación llevaran el nombre de tu abuela, y que nadie le hubiera pedido ni a ella ni a ti permiso para extraérselas, y mucho menos venderlas? ¿Y qué te parecería que pese a la cantidad de dinero que se mueve en esta empresa ( un vial de estas células cuesta aproximadamente 250 $), tu familia y tú estuvierais sumidos en la pobreza?

Las cosas cambian un poco desde ese punto de vista...¿no?

Pues sí. A la familia Lacks el tema no le hizo tanta gracia, sobre todo cuando en 2013 un laboratorio alemán publicó el genoma completo de las archiusadas células. Bastante pacientes habían sido ya, pero ahora vieron violada su intimidad, y eso ya fue demasiado. Su ADN, expuesto a quien quisiera fisgonearlo. Fue como si se quedaran desnudos delante del mundo entero, y mucho más. Después de trasladar sus quejas al laboratorio, y muchas reuniones y consideraciones éticas y legales, se llegó a un acuerdo: La información genética de la familia Lacks quedaría restringida a los investigadores que quisieran utilizarla con fines biomédicos.

El malestar de la familia Lacks es comprensible, aunque en realidad nadie haya hecho nada ilegal. En el momento en el que las muestras fueron tomadas no había ninguna ley en Estados Unidos que obligara a la firma de un consentimiento por parte de los pacientes, y aún hoy en día, aunque dicho consentimiento sí es obligatorio, una vez que las células son extraídas del cuerpo el paciente pierde todo control sobre ellas, no importan las patentes gracias a ellas generadas, o los ingresos en cuentas bancarias ajenas que de ellas se deriven.

Todo esto me genera un horroroso lío metafísico. Me alivia saber que la inmortalidad está al alcance de nuestras manos, o mejor dicho, de nuestras células, pero..¿la inmortalidad de quien? Porque según dice la ley, al ceder parte de nosotros a la ciencia nos estamos haciendo ajenos a esa parte de nosotros, con lo cual deja de ser nosotros, con lo cual nosotros seguimos siendo simple y llanamente mortales como cualquier hijo de vecino. Yo me pregunto: ¿Cuánta parte de nuestro "yo" tenemos que ceder para seguir siendo "yo" y conseguir la inmortalidad? Pero, ¿qué es "yo"? ¿Dónde está la línea que nos separa a nosotros, de nuestro cuerpo?

Yo que estaba tan tranquila después de la explicación que nos dieron en el Rey León, eso del ciclo sin fin que lo envuelve todo. Todo eso de transformarnos en tierra que se transforma en hierba que se come una gacela a la que se come un león, que a su vez muere y se transforma en tierra que se transforma en hierba que se come una gacela. Era todo tan zen, tan redondo, tan en armonía con el universo...


El momento en que nos explicaron la teoría del ciclo sin fin

Hasta que me enteré de la existencia de Henrietta Lacks, la mujer que escapó al ciclo sin fin. El ciclo sin fin que lo envuelve todo, menos a ella. Y entonces, aumentó en mí más si cabe el sentimiento tenebroso que, temo, me acompañará hasta el día de mi muerte por ésta y mil otras inquietantes realidades. Un sentimiento oscuro y agobiante: la zozobra desbocada.