miércoles, 30 de abril de 2014

Sevillanos, andaluces, ¡la ciencia os llama!

Artículo publicado como colaboración en la revista digital takeSevilla

El hervir de la sangre: Esa sensación de rabia que nubla la mente y aprieta mandíbulas. Ese sentimiento viscoso que invade a veces el cuerpo cuando se es testigo de injusticias, abusos o le insultan el ego a uno.

Creo firmemente en el hervir de la sangre de sevillanos y andaluces cuando sale en la televisión la parodia de turno. Cuando le presentan en bandeja a España el topicazo que más allá de Despeñaperros representa "el andalúz". El paleto, el que menos dientes tenga de toda la comunidad, el que más pinta tenga de no enterarse de nada, y diciendo alguna frase estelar como : "Qué caló ase" de la manera más inexcrutable posiblemente pronunciada. 

Yo me pregunto ¿A quién beneficia esto? Porque a alguien tiene que beneficiar, si no, no entiendo este emperre en mantener la burla desde hace ya tantos siglos. 

¿Es necesario? Y ¿Por qué no cambiamos ya? Por ejemplo, por qué no la tomamos con los...no sé, con cualquier otra comunidad. Y a partir de ahora en las series y películas, cuando tengan que repartir el papel de gracioso e inculto, se lo den por favor a un autóctono de esta región. 

En Andalucía hay gracia y arte. Eso es cierto y nadie lo duda. Pero son simplemente dos valores añadidos a toda una lista interminable de virtudes que la tierra del sur tiene que ofrecer al mundo. Yo quiero que un día andaluz deje de ser sinónimo de gracioso, y empiece a sonar a otra cosa. A sonar, por ejemplo, a ciencia. 

Porque en la España meridional también hay ciencia, real y palpable, pero sobre todo mucha, muchísima, latente. Ciencia que duerme, que espera ser despertada por decisiones correctas y alzarse para entregar a Andalucía mucho más que chistes malos. Mientras esto ocurre, o no ocurre, son muchos los que emigran. Los que cruzan las líneas dibujadas en los mapas buscando desarrollar al menos en su persona lo que gustarían de dar a España y no les dejan: Investigación, desarrollo, ciencia. 

Y al final ¿a quién benefician los sudores derramados de estos científicos andaluces? ¿Las noches en vela, los fines de semana en el laboratorio? A otros países, a otros gobiernos. En último término al mundo, sí, a la raza humana. Pero qué buen sabor de boca dejaría saber que tu esfuerzo está beneficiando directamente a tu tierra. 

Aprecio a los valientes que se quedan, que no se dan por vencidos y sacan financiación de donde no la hay, aquellos que han aprendido a gestionar brillantemente los recursos con los que cuentan y sacar adelante sus laboratorios en Sevilla y en toda Andalucía. Y aprecio a los valientes que se van. A los que su pasión por la ciencia tira tanto que les ha sacado de su hogar y les ha lanzado a un mundo de guiris y comida esaboría, pero eso sí, con flamantes aparatos e instalaciones punteras. 

Y son estos últimos, los que se van, los que tienen sobre sus hombros una responsabilidad extra: la publicidad. Que lo hagan por Andalucía. Que expongan su origen con orgullo, que aprovechen cualquier oportunidad que les surja, que utilicen la picaresca natural de su sangre para buscar ocasiones en las que dejar bien claro que son andaluces. 

Porque quizás así, si nos damos mucho bombo, si organizamos entre todos una gigantesca campaña de marketing publicitario, podremos cambiar la imagen que de Andalucía se tiene en el mundo, y pasar a ser la tierra de los científicos brillantes, la mina de oro del progreso humano. Y que cuando Matias Prats tenga que ilustrar algún avance tecnológico, entreviste a un andaluz. Y que cuando en las series y películas hable algún intelectual, lo haga con acento del sur. 

Sevillanos, andaluces, la ciencia os llama, ¡Alzaos!



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